Con paso ascelerado, cruzó los grandes salones imperiales mientras, a su alrededor, medio centenar de sirvientes preparaban la alfombra que daría entrada a los gloriosos generales que volvían con novedades sobre las recientes campañas en la frontera norte.
Se terminaba de acomodar en su sitio el Consejero, alisando la dorada capa que lucía para la ocasión, cuando los firmes pasos se escucharon con un fuerte eco desde el pasillo abovedado. Se abrieron las gigantescas puertas y aparecieron los cinco generales, portadores de las tan esperadas noticias...